El salvavidas Murrel es un atrevido y valiente joven que comienza a laborar para la Playa Arenosa, una playa, la cual, es muy alta en peligro. En la Playa Arenosa la gente bucea como nada en la orilla y nunca se había entregado a su labor como un gran salvavidas. Si Murrel, es enviado por los salvavidas más valientes de la historia para laborar allí como un salvavidas diestro y eficaz y tan valiente como no perder nunca de vista a ningún nadador. Murrel es un gran hijo y hermano, sin saber que el destino le depara algo trascendental. Cuando el eco del mar quedó por siempre en su instinto, en su capricho, y en su corazón y más en su oír. Y escuchando el silencio marcando los pasos por correr dentro de la Playa Arenosa, y Murrel siente como el suave delirio al palpar con sus pies esa caliente arena, pero, tan delicada como las flores en primavera. Y fue Murrel hacia un mal destino, cuando en su esencia y su presencia se vió tan especial como lo era trabajar como salvavidas en la Playa Arenosa. Un joven soltero, pero, decidido en encontrar y hallar el amor con pasiones buenas y con soluciones gratas, pero, en el principio de su labor sólo se dedicaba en laborar como un salvavidas tan diestro, y no tan enamorado. Cuando en lo intransigente de la gente que vá y viene, en la Playa Arenosa, se siente como un calor inerte en la piel misma. Cuando en la vida se sintió calurosamente atraído como el mismo viento en que les roza a la piel. Murrel un valiente salvavidas no se dejó llevar por nada lejos de ese mar inquieto y bravío, dentro del océano perdido de ese cruel mar abierto como el mismo cielo. Y Murrel, desafiando las opciones de la vida, cuando su vida la expone con valiente valentía, y exonerando la causa de creer en el juego del amor unas reglas qué seguir y qué perseguir. Cuando en su mundo se acercó y marcó la raya trascendental, hacia la nueva aventura y la desventura de ser como el mismo desierto mágico de caer en el ocaso y más en el cálido problema de dar con el suburbio autónomo de dar a ciencia cierta lo que más lleva y lo que más intercede, el ritmo del alma cuando se sumerge en el mar a salvar a un náufrago perdido. Si Murrel cuando en el alma y más que eso, sintió como el instinto amargo de creer que en su respirar se llena de agua también, cuando trata de salvar a un náufrago perdido en el medio del mar y como el pasaje de ida, pero, sin regreso. Y Murrel se fue como el viento, o como el ocaso muerto por querer salvar a un náufrago quedó como un débil fantasma en ese mar sólo escuchando el eco del mar, como el mismo instante en que se vió la espera y tan inesperada de dar con el silencio automatizando la espera escuchando el eco del mar. Y sin debate o es un embate increíble donde se vió horrorizado de un temor o de un pavor tan electrizante como los mismos nervios. Y sí era un náufrago, el que se halla en peligro en medio del océano, cuando en el embate en querer salvar su vida quedó en el fracaso, ¿por qué?, porque Murrel un valiente salvavidas, pero, no, experto y con la basta experiencia en salvar vidas, se atrevió a desafiar a la peligrosidad del mar y a las olas marítimas tan altas y el bravío mar. Cuando Murrel corrió de prisa y sintió la arena caliente en sus pies, y sintió correr desesperadamente cuando sonó la alarma de emergencia, cuando en el trance de la verdad, se aferró al deseo y más a la verdad, de creer en el destino y en la peligrosidad del camino que vá a emprender. Cuando en el silencio y más que eso corrió como todo caballero en querer salvar lo que se llama vida. Cuando tomó el camino equivocado, cuando fue sólo un error, y devastador cuando en el alma sólo triunfó como la forma más evidente de dar con la vida un sólo por qué y tan desnudo de ver el cielo como un techo, el cual, le parece que era de cristal y que se le rompe encima. Cuando en un instante se siente como la sorpresa de un destino, el cual, le parece que le tenía un mal porvenir. Porque cuando Murrel toma la lancha para embarcar su destino y poder salvar a ese náufrago, él no sabía algo, porque la lancha no se detuvo en el mismo lugar en que debía de salvar a ese náufrago. Cuando se detuvo él nadó y nadó, si cuando por fin llegó se murió Murrel, tratando de salvar a un individuo en medio del océano, cuando en el albergue de su corazón y más de todo, se sintió como el delirio y más que eso se sintió como un mar lleno de rosas rojas, cuando había un tiburón en medio del océano y debajo de ése individuo que, por el cual, trató de salvar y Murrel aunque cometió varios errores por querer salvar a ese individuo se identificó como el más de lo más nobles salvavidas, cuando su mundo y su perfección se llevó el más de los valientes salvavidas en la Playa Arenosa. Y quedó varado allí un rato con una plétora abierta abundante de sangre. Cuando en su afán de valiente y por ser un salvavidas con coraje se vió aterrado cuando vió yá al muerto y con una abundante plétora en sangre por un tiburón por debajo del cuerpo y atrapando a Murrel también. Cuando quedó allí sin amigos, sin compañeros salvavidas, él sólo pidió una ayuda que no vendría jamás. Porque aunque pidió ayuda quedó varado, mordido y yá casi moribundo con el tiburón y yá muerto quedó con su alma y como un vil fantasma en ese mar abierto y siendo un océano trascendental y temible por muchos fuera de su hábitat. Mientras tanto Murrel, yace casi muerto por la mordida de ese tiburón en medio del océano. Cuando en su alma y en su casi delirio edificando el torrente de sangre en medio del mar abierto y de la cosecha de ansiedad que tuvo miedo y pavor y sudor extremo en su cuerpo, por temor a la ansiedad de perder el ritmo de su corazón latiendo demasiado y bastante fuerte. Y terriblemente se hizo como el dolor muerto y tan vivo como el desenlace de querer amarrar el deseo dentro del comienzo de creer que en el mar hay y existe salida, pues, no lo cree Murrel. Cuando en el trance de la verdad y de la vida perfecta se vió aferrado al infarto que le da como un salvavidas inexperto, pero, muy valiente. Y quiso salvar a ése individuo o náufrago, pero, quedó varado allí y más que eso muerto allí mismo por un terrible e inmenso tiburón. Cuando en su afán de creer en el ocaso vivo se fue por donde se vá el delirio sin fe, sin esperanzas y sin más que el tiempo sin espera. Cuando en su afán de dar con el reflejo del sol, hacia un mismo instinto de dar con el sol, pero, con la cara al sol. Y se vió enternecido de espantos y de calambres y de un frío sosegado en su cuerpo con la mordida del tiburón, cuando en el embate de todo se vió fríamente en el combate de dar con el reflejo del sol como una verdad intransigente de creer en el alma con la pureza de la verdad. Cuando en el alma se abasteció de una manera y de una vil forma en poder creer en el desierto frío de un sólo comienzo en su propia alma, dentro del ocaso y de un frío inerte cuando en el alma se derrite de un frío nefasto de dar con el alma un frío muerto destrozando lo que conlleva una atracción fría. Cuando en su afán se electrificó una sola sensación, cuando en su forma y manera se siente como el mismo desafío de creer en el alma muerta dando vueltas allí mismo en medio del océano muerto y tan vivo como el mismo trance de la verdad. Cuando en el ocaso vivo se vió como la misma forma de creer en el mismo instante en que el alma se vió como el desenlace final de su cruel vida. Cuando se vé y se siente como el ocaso frío y como la misma la luz frecuente si se ofrece como el mismo final desenlace de dar con el mismo dolor, cuando se siente como el mismo frío dentro del mismo imperio soslayando en la penumbra y en la sombra inerte entre el ocaso y su cuerpo y más su cara. Y Murrel alli varado con el náufrago esperando por la ayuda, y la ayuda falló como falla un sólo experimento, cuando en el deseo se vió aferrado a la mala inconsecuencia de dar con el frío inerte cuando en el desenlace frío y más que eso se enfrío lo malo y lo más incongruente. Y por querer vivir a su lado quedó Murrel salvando la vida misma cuando sólo quiso ser como el mismo imperio desolado. Si en el alma se descubre como el mismo desenlace final de creer en el fin de su cruel vida. Cuando Murrel se vió como el salvavidas inerte, frío y más que eso cruelmente y terriblemente perdido y más que eso malherido. Cuando en el embate de un todo se vió enternecido de espantos cuando su mundo se vió horriblemente herido y mal desastroso de converger en un sólo ritmo desolado. Si cuando en el momento se vió herido y más que eso terriblemente mordido con ese tiburón debajo de ése náufrago o de ése individuo que Murrel trató de salvar. Cuando en el combate de un todo se vió aterrador y más que eso se vió herido con ese tiburón y su alma se vió ahogada, y cruelmente devastada de ruidos ensordecedores y de gritos en medio del océano frío y devastado de un salvavidas llamado Murrel. Y allí muere Murrel, cuando yá su frío cuerpo estaba ahogado en medio del océano frío y tan gélido como el haber pedido auxilio, y una ayuda, la cual, nunca llegó para salvar a Murrel. Cuando en el alma se vió como el desastre de un nuevo comienzo, cuando renace como un fantasma frío y tan gélido dentro del agua del océano. Cuando en su mundo y en su luz, se vió como el frío ocaso y distraído dentro del mal instinto, que le tocó vivir, cuando en su mundo se vió como el desafío de querer amarrar el delirio álgido de dar con el alma a ciegas cuando su mundo majestuoso se vió aterrado de fríos por una muerte segura. Si en el instinto en la Playa Arenosa, se vió atragantado y veraz como el mismo ritmo cardíaco de su propio corazón, cuando en su afán de creer y de haber muerto se identificó como el mismo tormento en que vivió Murrel, en medio del océano. Cuando en su ingrato porvenir se vió como el mismo desafío de creer en el alma a ciegas, cuando se ahoga con mortandad en el mismo océano de ver el cielo de gris cuando en su tormento se vió aterrado de iras y de un instinto mal consecuente. Y, pues, quedó como un fantasma en medio de ese océano en que trató de salvar a un individuo y escuchando el eco del mar quedó Murrel. Y el océano hundió a Murrel como a un barco dentro de ese océano perdido. Cuando en el océano se vió solo y en una eterna soledad si Murrel se siente como un frío nefasto y delirante por un temor incierto, si quedó como el mismo ingrato defectuoso en el medio del mar escuchando el eco del mar. Si en el instante se dió como el mismo paraíso de creer en el alma muerta de dar con el instante de dar con el mismo viento y tan álgido. Nunca se siente como el desafío de dar con un sólo tiburón debajo del individuo en que quizás Murrel, quiso salvar de un naufragio impetuoso. Cuando en el afán de querer en su alma desértica en medio del mar, cuando en su delirio infructuoso quiso sentir como lo más suave de un sólo desierto, amando al mar abierto, de querer en su alma que quedara como un hábil fantasma en ese mar abierto u océano clandestino. Cuando fue como el delirio de amarrar el deseo vivo hacia el más nefasto de los tiempos, cuando en su alma junto al tiempo, se dedicó en ser como un fantasma delirante de naufragar en el instinto una cobarde decisión en querer salvar Murrel a ése náufrago. Cuando en el ocaso se vió muerto e inseguro de creer en el alma como un ala quebrantada y herida, y así, llegó como un silencio automatizando la espera y tan inesperada de dar con el infructuoso camino nadando solamente hacia el instante de dar con el silencio del eco del mar. Y se dió lo más fabuloso de un todo, cuando en el altercado frío se sintió tan fuerte como el mismo desierto. Cuando en el ocaso se sintió como un frío como el viento en que le rozó en la piel a Murrel cuando trató de salvar aquello que se llama vida. Y siendo un salvavidas en la Playa Arenosa se vió en un sólo altercado frío y de una majestuosa vida y era la de ése náufrago en medio del océano abierto. Cuando en el alma debió de dar con el silencio jactancioso de querer triturar el único desafío cuando se cree como el hambre y como la sed de un sólo tormento abierto y dentro de la única desesperación. Cuando el ocaso se vió el vicio de una mordida de un tiburón como el desenlace final de un sólo instante en que sintió Murrel como el hambre de ese cruel tiburón en su cuerpo. Y Murrel en cambio se dedicó en ser como el tiempo tan nefasto de creer en la sed de esa alma desértica de un instante en que no se calma ni con el hambre de esa mordida.
Continuará……………………………………………………………………………………….