Tristemente, al menos para mi,
estaba en todos lados.
Para donde miraba,
había una podrida expresión
de su existencia.
Podías mirarle, escucharle, olfatearle,
más nunca sentirle, estaba tan cerca
de tu cuerpo, de tu mente y tan distante
del alma, tu espíritu.
Por más bondadoso que fuese;
haciendo milagrosas acciones y
cambiando el mundo, no dejaba de ser
un bastardo selector,
señalando de manera pedante,
podías oírle elegir según su criterio,
que afortunados gozarían de su esencia.
- tú sí, tú sí, tú no, tú no, tú tampoco
Realmente jodía, no podías tenerle,
mas tampoco podías evitarlo, estaba allí,
restregándose en tu rostro, haciendo hincapié
en tu soledad, tu desdicha, peor aún,
mostrando en el ajeno algo sublime.
Aprendes a vivir con ello.
Vida desdichada, susodicho y yo,
no teníamos el placer.Sabía de su existencia, pero el de la mía no.
Crecí envidiando a todo aquel que le conocía,
lo que logran los medios masivos.
Se me presentó en un par de ocasiones,
siempre audaz, efímero, como un estornudo,
cuya única huella sobrante, eran palabras,
que se marchaban una ves escuchadas,
escasas miradas en la memoria,
besos cálidos y polvos
que fueron borrados con la ducha.
Pasados los años deja de importar,
se desvanece su significado, su
trascendencia, es agradable andar sin él,
de maravilla sin él, quise continuar así.
\"Solo y muy seguro de no querer compañía\"