… a los vestigios o ruinas, que en éstos u otros versos ajenos, podáis hallar,
oh viajeros, no tiréis piedras;
tal vez sean ceniza o greda de grandes pasiones: la del amor o la luz, la del dolor, la de la muerte;
… y es que quizás, con cada uno de ellos, haya sido vivido un instante-lumbre
con su llama o brasa inmortal,
o bien, y acaso, el paroxismo aterrador e ingente con que las sombras
hayan roto, alguna vez, la paz del corazón;
pero, qué, qué más da, si cada jirón o hilván son júbilo y poema, y, como tal,
lo ahorman e instituyen éste con su exacto sonido o su indeleble matiz,
ya el violeta, ya el carmesí, ya el azul,
aquello que han logrado salvar y traer desde los Campos de Marte,
hasta este lado del mar y del ser;
… no, a esos vestigios o ruinas, no, no y nunca tiréis piedras,
los poetas no son más poetas ni más sabios por el verbo, sino por el agua viva,
oh viajeros y amigos, siempre eternos, siempre eternos, siempre eternos…;
… tened a bien mirar y leer por tanto, estos pocos conceptos y palabras
que a estos foros gloriosos del mundo, hoy, aquí traigo,
los que humildemente y con mesura, he logrado reunir, asir y rescatar:
son de voz,
son de luz,
son sagrados,
el más excelso, alto y fiel conjuro, de mi mente y de mi sangre.
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Antonio Justel Rodriguez
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