¿Triste yo?, no,
triste el mundo y su impotencia,
triste el tiempo que no para,
triste el cielo que se apaga en el ocaso...
y se ensombrece con tormenta.
Triste la noche sin estrellas...
y sin bohemios que le canten a la luna.
Triste el viento sin aromas.
¿Pero triste yo?...ya no,
tristes las mañanas sin rocío…
y sin pájaros trinando,
triste el jardín con sus crisantemos desmayados,
y la calle vacía…empolvada…
sin transeúntes campechanos.
¿Pero triste yo?...
si hay más tristeza alrededor.
Triste la madre por sus hijos ausentes,
y el anciano por su añorada juventud.
Triste el sol detrás de atardeceres grises,
y la lluvia que se escurre en los desagües,
pero yo… ya no,
la tristeza huyo de mí… de mi nostalgia,
le asustó… creo yo mi indiferencia…
y se marchó sin pensar…ni volver a cavilar,
y se llevó como recuerdo mi cansancio,
y me ha dejado liberado…y me he sentido redimido.
Ya no abrigo la menor melancolía por su ausencia.
La tristeza se hizo amiga de mi angustia,
y se mandaron a mudar con mi despecho.
Me han dejado abandonado.
Ya no siento la amargura de su esencia…
ni tampoco la ansiedad por su presencia.
La tristeza huyo de mí… de mis tormentos,
me dejó deshabitado…suspendido entre lamentos,
sumergido en un vacío inentendible,
encadenado a un sentimiento indescifrable,
aferrado a esta aversión inoportuna.
La tristeza renunció…como usted lo hizo un día…
y debería festejarlo.