¡No me digas. . . no!,
porque me mientes.
¡No me digas. . . sí!,
pues te arrepientes.
Tan solo déjame. . .
soñar un poco,
iluminar mi luna
con tu sol de oro,
y anclar mi barca
en tu paraíso.
¡Y soñar despierto. . .
que te estoy amando.
Y dormir pensando. . .
que no estoy soñando!
xE.C.