Querubín: hijo de Venus
la Bella y de Marte el dios,
zanja la duda que acucia
mi juicio y mi razón,
¡dime!, ¿amamos porque sí,
o, eres tú, ángel del amor,
quien con flechas de tu aljaba
asaetas el corazón?.
Hay quien dice, solo eres
del poeta inspiración;
su figura literaria,
metáfora o ficción,
dulce expresión hecha verso
en su poema de amor;
si escrito con flechas de oro
forja una eterna pasión;
trazado a punta de plomo
llora triste el corazón;
por amor que nunca fue,
por amor que no logró,
de aquella sublime joven
que ensueño idolatró.
Para otros, siempre has sido
el modelo del pintor:
numen de luz y color
que los ojos te vendó,
expresando sobre el lienzo
cuan de ciego es el amor.
Su pequeño niño alado,
arquero y juguetón.
Hermoso entre pañales,
evocando condición
de rapaz carismático
que unido al Alma creció
caprichoso, ambivalente,
como la humana pasión,
con celos y confianza,
con odio y con amor.
Y, ¿si amamos porque sí,
igual que es bella la flor,
simplemente porque sí?,
¿qué estro alumbrará al pintor
y al poeta, si, carente
de flechas, queda el amor?
Mi corazón vence en duelo
a la duda de mi razón,
y se inclina a ti Cupido
como humilde siervo, ¡oh dios!.
porque, hermosos sus ojos
un día, en mi pecho flechó,
aquella rubia garbosa,
suave saeta de amor.
Por ello yo digo Cupido:
arma tu arco en tensión,
contra el pecho pon la mira y
punta de oro al corazón;
suelta en delirio mil flechas,
hazlo con magno rigor,
con tu destreza divina,
con tino y con precisión,
que este mundo desolado
necesita de tu don:
así dulcemente heridos…,
\"suspirar sintiendo amor\".
14 Febrero 2.021