Tiembla la tierra
y sangra sus entrañas
por el volcán.
Tú lo contemplas,
observas lo que pasa
y tienes miedo.
Es comprensible,
la imagen que nos deja
causa pavor.
Tiemblan los ojos
que ansían ver el cielo
muy despejado.
Pero las nubes
que forma la erupción
van en aumento.
Por eso escuecen
los ojos y pupilas
de las personas.
Tiemblan los labios
que dictan, en silencio,
una oración.
Es un suspiro,
el grito y la esperanza
que se precisan.
¡Tiembla la tierra
y lloran los humanos,
en esta tarde...!
Rafael Sánchez Ortega ©
19/09/21