La radio encendida,
que escuchan los ausentes,
anuncia que se encarece
el alquiler de la luna llena
y su obesa luz en flor.
como un bumerang
La fe voluble
salta de un beso a la nevera,
vive asomada a la ventana torcida
de los cuadros
y cruza el único espejo navegable
por los sueños
de la casa.
No hay belleza que no vengue
algún ser imaginario,
como no hay quietud nocturna
sin la distorsión alada
de las cerezas ardidas.