Aun puedo sucumbir ante la agridulce ternura que emanan tus hermosos labios, labios que siempre estuvieron llenos de besos ajenos… besos que jamás fueron realmente míos, porque siempre estuve del otro lado esperando convertirme en esa sombra que te acompañara a lo largo del camino.
Aun puedo verme en tus ojos como el retrato de aquel pasado que has decidido enterrar, entonces me siento solo… mientras mis manos siguen extrañando tocar tu rostro y decirte cuanto te amo. Simplemente ya no estás y yo me quede aquí esperándote.
Como duele el no tenerte aquí conmigo, como duele tu silencio, como me duele simular ser de madera mientras tú solo sonríes sin siquiera darte cuenta, como me duele seguir aquí esperando cometer una locura llena de excusas bien disfrazadas. ¿Entonces qué puedo hacer? Temo torturar mi alma por tu causa. Y es que yo no he cambiado, aun sigo siendo el mismo hombre, aquel que un día se tropezó con tus ojos para luego tener que llorar tus lagrimas como si tu dolor fuese siempre el mío.
Extraño tu voz y la melodía de tu presencia en mis tardes negras, donde las calles siguen mojadas de tanto llover, extraño tus brazos, aquellos que siempre estuvieron llenos de cariño y con los que me levantaste tantas veces sin importar el peso de mi error. ¿Oh Dios existe olvido? Dime qué puedo hacer para curar esta herida remendada con retazos de tu piel.
Le pediré un deseo a las estrellas que una vez nos vieron reír… y les diré que me concedan no romper la promesa que te hice aquella noche, cuando tus ojos y los míos se empararon de lagrimas y rencor, para luego ser yo quien te dijera ¡adiós para siempre! porque ya no puedo estar a tu lado, porque ya no deseo estar enamorado de mi tristeza, porque ya no quiero tener que sufrir en aquel rincón esperando y esperando… porque me canse de perder, porque prefiero verte libre y no tener que retenerte, porque te amo y no me entiendes.
Así que ódiame, ódiame, ódiame hasta que tu orgullo se quiebre en dos porque yo jamás regresare, quiero quedarme aquí donde tu presencia no me alcance, donde me siento en paz, donde una vez empecé y luego olvide donde estaba mi felicidad, aquí donde me dejaste en soledad. Solo déjame ir y pídele al cielo que no vuelva a verte porque cada vez que me miras, cada vez sufro más y más…