Cuando Perita tenía los ojos como una gema en peridoto, se fue con su concentración hacia el mismo universo frío. Cuando Perita vió a las estrellas majestuosas del cielo oscuro supo algo de su vida, de que estaba en el lugar correcto. Y yá pertenecía a un clan de fantasmas desde que el instante se muere Perita por cruzar un camino lleno de caíllo. Cuando en la forma de dar con el odio se enamoró de esa planta terrenal que su fruto es el caíllo. Si en su momento se vió forzada a pertenecer a ése clan de fantasmas, los cuales, cubren de luz a toda oscura soledad. Cuando Perita desconoce su influencia y las influencias dentro de su propio ambiente. Aunque no lo espera, ella, Perita, como el diminutivo de pera, era la inminencia en la luz como la más noble de las ingenieras, pero, como un perito en fememino, o sea, Perita. Cuando en su afán de creer en la sorpresiva manera de dar con los fantasmas a su alrededor, se vió aterrada y más que eso atrapada como una araña en su propia telaraña. Cuando en su delirio delirante y tan latente se vió frío como la hoguera y en la frialdad de creer en su propia alma, y sin abastecer la calma se vió fría y álgida como su cruel alma divagando en el tiempo y más entre las horas perdidas del mismo equinoccio. Cuando en el desenlace frío de converger en la ira ella. Perita supo que el silencio se perdió como se pierde el cuerpo, pero, sin el alma. Cuando en el ocaso y más en la noche fría como el mismo imperio sosegado, e inmensamente fraguando el numen perfecto de su triste alma se vió Perita como un vil fantasma, pero, de los más malvados de la historia. Y corre por los circuitos de la luz, atravesando la oscura sensación de sentir el delirio delirante de creer en su alma, y abastecer lo más impetuoso de cada sensación y tan fría como la misma imposibilidad de dar con su cuerpo visible, pero, ni aún así se vió explicablemente visible. Y quiso ser en ciencia cierta lo que más logró en ser a cuestas de la sola razón. Porque cuando en el alma quedó como un fantasma y tan cruel, sólo se vió aterrada de una insegura luz que aparentaba demasiado resplandor. Cuando en la luz, se vió horrorizada por una luz sin abastecer la calma y de creer en el convite autónomo del clan de fantasmas. Cuando en el trance de lo imperfecto se vió dentro del ocaso dejando inerte el flavo color, dentro del mismo viento en que se vió aterrada por el mismo viento en que pasaba su espectro sin ser llevado a ninguna parte. Cuando la verdad se entristece de llanto cuando sus lágrimas no las percibe más. Cuando en sus ojos de peridoto, Perita sólo era como una pera, en la cual, se siente como un diestro fantasma, el cual, era como un transparente suburbio y tan translúcido como el verde de sus ojos propios y como el ademán tan frío se volcó la triste sensación en hacer creer en el tiempo frío. Y Perita sola y en soledad, se vuelve trascendental en hacer creer en una sola sensación. Y de tal manera de hacer creer que su cuerpo era un fantasma tan cruel y tan vanidoso como perezoso. Y de una manera tan real como en ser un fantasma con ojos como el peridoto, cuando en su afán de creer en su alma quedó como naufragando en el tiempo y más en la osadía de sentir el silencio en su propia alma. Cuando en su delicia de un todo se vió como un fantasma y creyendo de que sí era así, se vió marcando la fría trayectoria. Y en contra de un todo nefasto se vió fría e inerte, herida y con la fría sensación, y en contra de un todo se vió fríamente y como la mala vez de aquella vez en que muere por la planta de caíllo a sus pies, y dejando unas huellas indelebles y tan frías como el haber sido un fantasma hábil como su inteligente inteligencia. Y corría por los circuitos de la luz, después de dar rienda suelta a su experimento como perita. Si Perita se enalteció su forma más vil de creer en el alma y buscando una salida temiendo en un sólo porqué y tan desnudo se vió marcando un camino y un sólo destino y era cruzar a través de la luz un nuevo comienzo. Cuando en su alma se siente como el mismo frío en cada neurona de su corto cerebro. Y viajó por el circuito de la luz. Sí, buscando tiempo, crepúsculo, ocaso, día y noche, cuando se vió aterrada al desconcierto de creer que su alma se vé como esa luz translúcida de dar con el silencio frío. Cuando en el alma se vió aferrada a creer en el alma devastada de ciencia perfecta como el circuito de la luz. Cuando el alma se abastece de calma fría descendiendo de un instante frío. Cuando en el frío se siente como el silencio suave y tan delicado de dar con el alma exageradamente a un sólo frío. Desnudando el alma y más con el frío instante de dar con el silencio automatizando la espera y tan inesperada de dar con el ritmo de su propio corazón. Perita, sí, como una pera eran sus ojazos verdes o como el peridoto, se aferró al destierro de su alma divagando en el tiempo y más en el ocaso llegando a la noche fría. Desnudando el deseo de querer amarrar el instinto de saber en la proeza se sintió como la maravilla de creer que su espectro natural se debe a que el instinto se da como el mismo ademán y tan frío como la misma mala sensación de ofrecer con el cuerpo una salida. Y queriendo escapar de las garras del mal deseo, se sintió como el delirio tan nefasto de dar con el suburbio autónomo de dar con el reflejo su insistencia de la luz de su alma. Y perdonando la ira y el candente frío se sintió como el suave desafío de dar con el silencio y en el alma esa luz, la cual, se hechiza de un sólo tormento. Cuando en la alborada se vió y tan frío como el mismo desastre de creer en el suspiro y tanto respiro como el suburbio autónomo de dar con el alma y tan fría, como el mismo ademán tan álgido. Y tan gélido como el hielo así se sentía Perita en su piel y su cuerpo. Cuando en el alma de Perita se vió aterrada al frío deambulando hacia el mismo aire superficial en que lleva a su alma de tiempo y de rico porvenir. Deleitando su alma en la riqueza de un sólo amor, en el cual, le dijo una vez que… -“oye, tú ojos de color de pera o de la gema de peridoto da el amor como lo doy yo…”-, pero, se fue lejos de allí, dejando el amor a la mala intemperie. Cuando se cree en el universo y en el clan de fantasmas inertes y trascendentales como el frío de su propia alma. Porque cuando ocurre el alma álgida, se siente el reflejo de dar con la oscuridad entre el cielo y el universo, entre el firmamento y la tierra. Cuando en el alma gélida se dió como el frío desnudo de sentir el deseo y el haber sido y siendo como un vil fantasma, pues, corre en la luz como un circuito que aún desespera. Porque cuando Perita como el color de la pera que eran sus ojazos o como la gema de un peridoto se vió aferrada a creer en el desastre de dar con su alma exagerando hacia el infinito de la luz en el bombillo de luz. Y Perita viajó por aire y tierra buscando al mar como escapar del desastre de creer en el alma fría de una aventura nueva.
Continuará………………………………………………………………………………………..