El silencio acicala sus barbas de oro,
trsnquilamente en su cubil;
lento, se mira en el espejo
y en un brillante aguamanil
rie obsevando su reflejo.
Mientras un grillo ensaya un solo monótono;
en monocórdico violín
que algún juglar envidiaría,
en un placentero festin
que ni un bohemio olvidaría.
La soledad se escuda en el silencio que acicala sus barbas de oro;
y entre la abulia y el cansancio, un bohemio baña sus penas,
en el alcohol que ya diluye en sus oásis las cadenas
de silencio, de soledad y de tristeza, sin decoro...