Bajo esa paz en sombra
de la alba plaza “empedrá”;
mientras madura su aroma
la blanca flor de azahar
y el hálito a primavera
anega suave el lugar,
El Cristo de los Faroles
vierte lágrimas “helás”
por sus ojos compungidos
y su carita “tallá”,
¡no son gotas de rocio!,
¡triste…, hoy llora en soledad!;
contempla la luna llena,
y el cielo en su inmensidad,
y en angustia, mira al suelo
de la alba plaza “encalá”,
donde yacen trozos de piedra
blanca, de su alma “destrozá”:
otro Viernes de Dolores
exento de “madrugá”;
sin unas puertas abiertas
donde en fervor venerar
a la Señora de Córdoba:
“Los Dolores”, en su altar.
No oirá, esta Semana Santa,
a lo lejos no oirá,
en el Domingo de Ramos,
la gran Entrada Triunfal
de Jesús de Nazaret
por la carrera Oficial.
En la Cuesta del Bailío,
por Carbonell y Morán
la tristeza y el silencio
vía crucis hacen ya,
sin la banda de cornetas,
ni una nota musical,
sin redoble de tambores…
ni palillos repicar.
Penitentes buganvillas
por la escalinata empiná:
arcoíris de color
ante tanta oscuridad.
Y de nuevo, en la gran plaza
de mística identidad,
entre fanales, la morada
de un tardo agonizar,
con sus ojos hechos fuente
y la carita “incliná”
recordando en añoranza
los varales al compás
de un ritmo acompasado
que al palio hacen bailar,
junto a unas bambalinas
de terciopelo “bordás”
y ornamentos del barroco
que el cielo quieren tocar.
Y recuerda con tristeza
una saeta “cantá”:
“no a ese Jesús del madero
sino al que anduvo en el mar…”;
y el escuchar tembloroso
de los cirios crepitar
al silencio de la Virgen
con el paso a su par;
y el fervor de los presentes;
y una corta chicotá,
que al paso por las piedras
flagrante alivia al costal;
y el reanudar del cortejo
con una gran “levantá”
que emociona al gentío
y enorgullece al capataz.
Pero… otro Viernes Santo más
en la muda cruz “alzá”
techada por amplio cielo y
envuelta en piedra y cal,
en cuita, tan solo un vuelo
de palomas se alzará.
26 Marzo 2.021