“No es el mío, este tiempo”.
Jaime Gil de Biedma
Tus ojos buscan plazas escondidas
detrás de bares muy llenos,
aquel paréntesis en tu rutina
cuando el horario del trabajo
ya cierra su persiana,
el sucio asfalto se llena de gente
y vagas por un mundo vencido
entre el bullicio joven de Las Ramblas.
Sin brillo las farolas encienden
locales que el presente desdibuja,
la vida nos aguarda para hablar
y ser felices tal vez sin mentiras.
Como hojas secas al caerse,
las sombras de otro tiempo buscan complicidad
y vasos con ginebra solitaria.
Frente a ti ves suburbios,
su luz en la conciencia y una huella fría
que envuelve tu ciudad.
Estampas de los viejos amores,
las largas juergas cerca del mar
y el puerto que recorres solitario,
manchado por la bruma.
Al borde del abismo que hoy te mira,
allí donde el pasado es más real,
contemplas lo vivido sin callar nada.
Lejanas sus pasiones y ruidos,
las calles a oscuras son el paisaje
que baja las pendientes de una época
prendida al lastre del recuerdo.
El tiempo que ahora habitas no es el tuyo
ni te reservas sueños o ideales,
promesas de un mañana eterno.
Vivir es fácil aunque nos duelan
a veces sus heridas y deudas,
fantasmas del otoño que beben
la copa de su negra intimidad.