Esta el viento silencioso
porque extraña los laureles
talados por seres crueles
de corazón ambicioso.
Añora el paisaje hermoso
de los jilgueros trinando
con el río susurrando
su canto a Madre Natura
que destruyen su hermosura
quienes la están destrozando.
Los ciervos fenomenales
adolecen de praderas
donde crecían palmeras
que eran abrigos pluviales,
se secan los pastizales
todo se ve desolado
porque el invierno ha menguado
por el despale inclemente
que deja seca la fuente
donde se abreva el ganado.
El crisantemo y la rosa
recuerdan aquel rocío
que les ofrecía estío
cual bendición generosa.
El gorrión, la mariposa,
no revuelan los vergeles
y de la abeja sus mieles
carecen de la dulzura
que les daba la ternura
del jazmín y los claveles.
Lloran tordos, lloran mirlos,
y se marchan los quetzales
pues pinares ancestrales
avidez quiere destruirlos.
Para poder restituirlos
habrán de pasar centurias
y de los vientos sus furias
destruirán sus tibios nidos
dejándolos desvalidos
las almas negras y espurias.
Me pregunto tristemente
si perdimos la conciencia
para dejar como herencia
desolado y triste ambiente.
Pacha Mama es la simiente
que nos da vida completa
no le impidamos su meta
nuestras selvas destruyendo
porque estamos convirtiendo
en desierto el gran planeta.
Es misión inprescindible
el luchar con energía
para detener la orgía
de la codicia indecible.
Es objetivo falible
combatir depredadores
que son grandes destructores
socavando la existencia
de la gran magníficiencia
del bosque y sus esplendores.
Autor: Aníbal Rodríguez