Leoness

La Noche soleada

La noche soleada suspira

por entre las ígneas cumbres

en el ondulante horizonte

nimbo de herrumbre y óxido

 

la estructura me arrebuja

amaga con tragarme

largos mástiles soportan

toneladas de hierro forjado

 

ruido nocturno, chirriante,

voluminoso, áspero, se cierne

sobre la voluntad humana

cavernosa e hidalga y gime

 

el humo envuelve estrellas y,

se apropia de mi garganta, exhalo,

mis ojos lloran de escozor,

azufre, monóxido, me dominan

 

el monstruoso resplandor, llega,

por entre los motores eléctricos

rugientes radiantes de calor

me sorprenden, hasta  el valor

 

fuego eterno en la caldera

irradia calor insoportable

me ciegan del resplandor

la fuerza flaquea alrededor

desde lo alto todo es gris,

desolación y polvo negro

la voluntad humana no cesa

domina y somete al ambiente

 

cae la noche y oscurece el día

la luna ovalada reaparece

deforme, fría, inerte, distante y

en ese instante todo se desvanece

 

mi sensación flota y no espera

ni en nada ni en nadie, se irrita,

algo se para, el ruido desaparece

una gran lengua de fuego, se acerca