Jamás pude imaginar como te verías al pasear de la mano de otra persona,
deseaba verte a su lado para hacerme comprender que de verdad no me querías,
creí haberme desvanecido al verla tan feliz como yo lo hubiera podido ser contigo,
después supe que hubiera sido mejor que la cruel muerte me llevara al infierno,
pero creo que ahí me encontraba,
desfallecida por el dolor, mi cuerpo no reaccionaba pues había muerto,
el aire quemaba mi sangre, y ardía al contacto con mi garganta,
no me moví ni un segundo, solo te miré tan feliz con ella,
mis lagrimas se hundían en una mar junto con mi cuerpo,
ya no importaba que sucediera conmigo al fin y al cabo tu te habías ido,
no notaste mi presencia, o si lo hiciste te negaste a mirarme ¡maldito cobarde¡,
recorrí el camino a casa, mis ojos estaban llenos de rabia,
tambalee al caminar hacía mi cama pero me derrumbe y deje a un lado mi alma,
mis ojos fijos en la nada recordaron esas pequeñas historias de cada día junto a ti,
¿cómo borrarlas? no me preguntes a mi,
hace un tiempo tus miradas parecían decir tanto, y te comprendí,
mas tu estúpido orgullo te hizo desistir,
como quisiera abrirte los ojos de par en par para que supieras lo que es amar,
quisiera llevarte a un país donde mi ilusión fueras tú,
y yo fuera el único aliento de tu alma donde pudiera descansar hasta la eternidad,
como pude ser tan tonta y tan ciega al negar lo que ocurría,
no se si morí o sí sigo viviendo, mi alma vagando te busca, pues mi cuerpo muere de angustia.
Pues verte a su lado... será mi condena eterna.