Del bosque, mi más severo compromiso
sonrosado de alegorías y altruismos,
del libro, la construcción de un paraíso
con las eternas letras de los abismos.
Del trabajo, la proeza sin contraste
insinuada en pupilos y quehaceres,
del escrito, cualidades y es desgaste
el que yace estremecido de placeres.
Deseo amar sin medidas y nepente,
deseo mirarte tenso tus caderas,
deseo moverme tanto y de repente
deseo abrazarte poco si quisieras;
deseo tenerte cerca con tus lazos,
deseo quererte nunca sin mis besos,
deseo escribir versos hechos pedazos,
deseo besar siempre tus embelesos.
Del poema, la sorpresa que no guardo
al pasar el tiempo en dudas sin alarde;
del estero, la nostalgia de un bastardo
y del llanto la tristeza del cobarde.
Del bullicio, los caminos de un sincero
que estremecen las pupilas de cuadernos,
del silencio, la fragancia en los inviernos
que transforma en poesía lo que quiero.
Se puede acabar el agua y voy suspenso,
se puede perder el sol y sigo viendo,
se puede tardar la luna y no te pienso;
se puede acabar la vida aun viviendo,
se puede secar el alma y vives dentro,
se puede fingir que digo mi motivo:
se puede crear un círculo sin centro,
se puede pensar muriendo, estando vivo.
Samuel Dixon [10/12/2021]