Estaba radiante, hermosa.
Ardí en deseos de gritarle a la cara;
Que la odio
por tener tan bella sonrisa,
y no compartirla conmigo,
que la aborrezco
por tener esa penetrante mirada,
tan alegre, llena de vida,
y no cruzarla con la mía,
ya tétrica por no verle.
Que la detesto
por ser mi amada
y no darse cuenta de ello.
Pero me faltó valor, faltó coraje.
Y porque estaba acompañada.
Muy bien acompañada