SAMARITANA
Quiero ser para ti la mujer de Samaria
quien te brinde el reposo que requiera tu alma;
tomarás de mi pozo agua límpida y clara
y -como una paloma- haré nido en tu cama.
Limpiaré tus heridas con aceite y con lágrimas;
tapizaré de alfombras de púrpura y de lana
donde tu pie descanse, donde encienda la llama
que consuma mi cuerpo junto al tuyo, extasiada.
Quiero ser el oasis donde encuentres la calma
del cansado vaivén de la vida cotidiana.
Perfumaré de incienso la rosada mañana;
como ofrenda, mis besos, dormirán en tu almohada.
Será mi cuerpo el cántaro donde beban tus ansias;
bailarán en mi vientre tus deseos y las palmas
de tus manos, ardientes, bajarán por mi espalda
en preludio divino de la dicha esperada.
Y en aquellas arenas del desierto, doradas
bajo el sol refulgente de una tierra sagrada,
por la gracia divina del amor –necesaria-
yo seré para ti, la mujer de Samaria.