De infancias duras, vienen los niños perdidos,
los individuos que se hacen solitarios,
los que no venden ni siquiera los milagros,
son presos, de sus irracionales miedos.
Crean la tierra del escapismo y del silencio,
y se equivocan, en la búsqueda del psicólogo,
tienen rencor y odio y les cuesta aceptarlo,
aunque con el tiempo aprenden a sobrellevarlo.
Hay muchos, infinitos niños perdidos,
los que nunca por ejemplo venden sus méritos,
los que dispensan sus normales fallos,
los que nunca se quejan en sus trabajos.
A mí me encantan los niños perdidos,
porque quizás en algo yo sea uno de ellos,
lleva muchos años de autoestudio aceptar los hechos,
y no buscar ya milagros ni silogismos.
Yo creo que si eres un niño perdido,
lo mejor es estar con otro parecido,
porque los niños perdidos atraen psicópatas,
y confunden respetó o miedo con dominio .
Cuando ya el niño perdido ya habla de ello,
no está ya tan perdido, está en camino,
seguro que entiende su desatino,
y es difícil que busque en el pasado cualquier remedio.