Yo nunca estoy jugándote ¡hijo mío!
me pesa este cansancio sobrehumano
tener que procurarte un buen abrigo,
decirte en actitud, ¡cuánto te amo!
Tal vez este domingo esté tranquilo
y pueda mi cerebro tener franco
mientras disfrutas una tarde de cariño
y yo me desahogo correteando.
Papá está luchándola ahí, afuera
con todos los fantasmas inhumanos
que quieren que te llegue el hambre entera
haciendo de mi ser su fiel esclavo.
Si tiro por ahí todos mis clavos
y bajo de esa cruz, curo mis llagas
prometo que esa tarde ¡si, jugamos!
entiendo, soy tu Dios. Y lo reclamas.