He mordido
la soledad
de tus senos.
He bebido
el agua clara
de tu fuente.
He recorrido
el desierto
de tu espalda
y he arañado
las dunas lunares
de tu cuerpo.
Y aún te busco,
te sigo en sueños
y en ellos, te beso.
Queriéndote,
hasta el imposible,
delirando despierto
entre la sed y el fuego,
donde el deseo
rompe la luz del cielo.