Alejado ya de las pueriles discusiones
que te mantenían encandilado y encendido
cual juez implacable, en mitad de un terreno baldío,
no esperas ya mejoras de tu trato con el mundo.
Vacío y perezoso te pareces tú, vacío y lleno de ceniza,
te parece él. Calcinadas ya las pendientes
y sus aromas, a cipreses y a flores amarillas,
seco y reseco, el tema que daba argumento
a tus poemas, olvídate de retornar tontamente
a los lugares que supusieron algo en tu camino;
tampoco allí encontrarás asilo o hacienda-.
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