A lo lejos la neblina que cubre la montaña
Como pretexto para volver, al lugar de mis ancestros
Y descubrir a plenitud el alma que llevo dentro.
Vivir junto al río hasta que las palabras no salgan de mi boca
Y el amar sea su arrullo y la frescura de sus aguas
Quisiera que mis labios recitaran recuerdos, de caminos y jardines
De aquellos días de mañanas húmedas y tardes en silencio
En que recostado al árbol soñaba con trozos de felicidad
Con ángeles iluminados y Hadas entre jazmines
Aún quedan fragmentos de ternura en mis huesos oxidados
En la lápida del niño que vio partir su inocencia
Para dar paso al hombre en su templo de egoísmo
Añorando los claveles, las dalias y crisantemos
A lo lejos la neblina del tiempo que cubre mis memorias
El nombre de la muchacha que se fue el primer amor
Con sus párpados cerrados para desabrochar la blusa
Y sentir en su pecho la suavidad del latido
Quisiera que mis labios no invocaran imágenes
Que mis manos en las sombras alcanzarán los destellos
De la luna que se asoma extinguiendo la oscuridad
Dejando su testimonio en lo que fue por siempre
En lo que por siempre será
Una piedra en el camino recubierta de soledad
Una flor a la vera envuelta en fragilidad
Un árbol que me espera revestido de bondad
Un río que susurra su canto de ingenuidad
Una mariposa que revolotea inspirando tranquilidad
Y la amada que me espera para la entrega en libertad