Limoneyes

Había una vez una chica triste

Ella tiene una linda sonrisa, en sus ojos se ve la esperanza de vivir, pero su mente la atormenta, solo desea morir. 

Una risa se escucha a lo lejos, cargada de pena, pidiendo perdón. 

Un risa se escucha a lo lejos, cargada de dolor, pidiendo permiso. 

Una boca muda que pide auxilio, lo único que desea es salir del laberinto. 

Un cuerpo desnudo, pequeño, frío y frágil, repleto de recuerdos que la persiguen. 

Marcas que arden, queman, duelen, un dulce dolor que la reclama. 

Ella tenía un gran corazón, partido en dos, trozos perdidos ¿a dónde se ha ido el amor? ¿cuándo cayó en el olvido?

Un amor que le falta alcanzar, corre tan rápido que se le hace imposible, cierra los ojos y lo alcanza por un segundo, abre los ojos y se da cuenta que nunca se movió de su sitio, ha perdido el amor que alguna vez sintió por si misma, engaña a su mente creyendo que nunca lo hizo. 

Vivir una mentira no es vivir, tarde o temprano termina hundiendote. 

Lágrimas caen de sus hermosos ojos, ante la pérdida de lo que soñó nunca haber perdido, la soledad la abraza y no la quiere soltar, una oscuridad infinita le nubla la vista, enjaulada como un ave sin poder respirar ¿cuándo terminará su agonía? 

Una tormenta con truenos y rayos, que la mantienen despierta, deseando un abrazo que nunca llega. 

Se mira al espejo con una sonrisa, unos ojos tristes le regresan la mirada ¿cuántas lágrimas faltan por soltar? las suficientes para ahogarse. 

Una muñeca rota es lo que es, una chica triste que finge no serlo, a la orilla de un abismo decidió sentarse, hasta encontrar el valor y saltar al cielo. 

Una chica triste es lo que es, una muñeca rota llena de demonios, a la orilla de un abismo decidió sentarse, hasta encontrar el valor y bajar al infierno. 

La felicidad es solo un sueño, para alguien como ella.

Un chiste mal contado, una verdad incierta. 

—Limoneyes