Y ya apareció en el tranquilo horizonte otra luz.
He invocado, casi eternamente, ante ti mi Dios.
Alcancé a pensar que venías a llevarte mí cruz.
He implorado tanto ante las vírgenes y ante vos.
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A veces, he dudado de mi fe y no quiero fallarte,
Aprendí desde muy pequeña a tener esperanzas.
Preciso que me escuches y hoy vengo a rogarte.
Voy a tu altar, no me alejo de ti en mis andanzas.
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Oh, mi Señor, no te pido por mí, pido por ellos.
¿Señor mío, cuándo tú me has visto de ti dudar?
He notado, en tu bondad infinita, solo destellos.
Toda mi vida te he orado, para lo malo cambiar.
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Padre mío, no pido para mí, sólo salva a los niños.
Se mueren de frio y de hambre, y es por la maldad.
Ante sus llantos, los críos reciben, crueles guiños.
Señor, el hambre los lacera y hoy no hay caridad.
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¡Rogamos ante ti Señor y ante el Padre creador,
por un gesto bondadoso de misericordia y amor!