Nada, ya no queda nada,
todo se ha precipitado
por el pozo sin fondo que dejó tu mirada.
Nada, ni una mínima llama,
ni siquiera el vacío donde se esconden las palabras.
He volcado los cajones,
he revuelto mis entrañas
y los últimos rincones que cargaban mis espaldas.
Sólo hay sombras amargas
Un silencio roto, una hoja sin rama
Un horizonte hueco, un esquivo fantasma.
Algún beso enterrado
tras aquellas infamias.
Nada, ya no encuentro nada.
Y es que ya nada busco;
Se murió la crisálida,
jamás la mariposa dejó crecer sus alas.
Se ha secado la fuente
del perdón, de la calma;
no hay deber incumplido
Ya no siento ni lástima.
Y no culpo al destino, ni al amor ni a las hadas
ni a las tardes perdidas
o a miradas extrañas.
¿Alguien puede explicarlo? ¡Si juré que le amaba!
Con los dedos cruzados
no traiciono mi causa,
no hay perjurio ni engaño
si al final he aceptado
que ya no queda nada…