La pared insiste en aconsejarme.
Me resisto. Temo al vértigo,
a la marea revuelta,
a las olas que intentan
ahogar mi poesía.
La pared le pregunta al techo
el porqué de mi mirada sobre él,
el porqué de mis preguntas,
el porqué de mi absoluto silencio.
Escucho el cuchicheo.
Me levanto, y echo a andar.