No mires más, tus manos
tan doloridas,
cansadas de labrar,
por los senderos de la vida.
Mira las de tus hijos,
como las ofrecen abiertas,
llénaselas de libertad, de esperanza,
y de todo lo que fuiste privado.
No olvides que tú,
tuviste un amo,
lucha, para que él no lo conozca,
piensa, que él
quiere romper el silencio,
ese silencio,
que fue tantos años tu compañero.
No mires más tus manos,
ofrécelas a tus hijos,
para que aprendan,
para que en ese día,
ellos te comprendan.