El forajido silencio zumba, cual enjambre de recuerdos,
impetuosos por abandonar su oscura y siniestra biósfera de olvido;
reclamando la vigencia capaz de coartar razones
transportando al precipicio decisiones y reencuentros.
Podrás ceder o exigir, igualmente perderás si la quebrada ya es rio;
si la luna fue testigo de otros tantos amoríos en que abandonaste el nido,
tu energía dividida no volverá a ser unida; tormentosas explosiones,
tempestades, rayos, truenos, te estresarán sin remedio,
el ruido será tu sino vagando triste y perdido, sin metas y sin razones
que estimule interrogantes brotados de la existencia.
Incapacidad de verse inmerso en vidas futuras
aportando la sapiencia de este aprendizaje impío;
El croar batracio inocente, a orillas en su humedal,
aterriza la conciencia, te recuerda que aún vives…
que el amor vigila, acecha y espía para darte la alegría.