Una serpiente se desliza por la cordura,
por la súbita locura.
Su lengua siseante produce espasmos.
Sus colmillos, dolorosos orgasmos.
El erótico patíbulo; arcana mansión de las almas,
prófugos bisbiseos: de delectación y dolor escapan.
Eros; dios del desiderátum, tan apolíneo y apócrifo,
agoniza al abrazo de miles de áspides
entre lo trascendental y banal.
Copulando al Febo el rosicler con descaro,
contradice los mandatos del creador.
La polvareda: dunas de encantos y enredos,
en donde ojos cegados ven placer y salacidad....
Yo; estoico, observó desdeñoso la frugalidad.
Decadencias escatológicas que con fervor y libertinajes
disfrazan relativismos nada más.
Donde se divisa pornográfica la bondad,
galimatías se travisten de sensateces siendo frenesís.
Y en el arco da vella donde todo inicio.
El reptil que se deslizaba entre la cordura y la locura:
gesta en sus designios,
la victoria flamante y desigual.