Irredento, irrespetuoso
de las normas académicas,
que audaz versificas y predicas
cantares amargos y melosos.
No te importa la métrica
machucando el verso libre,
con uñas cortadas al tigre.
Silvestre, tu amable visión tétrica.
Tuyo, el Síndrome de Estocolmo,
agrio amor por quien te castiga
al son de tu más sonora cantiga.
El impiadoso Invierno tala al olmo,
y descarga las ramas más altivas...
inhumándose, feliz, tu rebelde vida.