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**~Novela Corta - La Rosa Marchita - Parte II~**

Si Lluvia mojando sus sentidos con ese aguacero que cae desde el mismo cielo, sólo ella, vé el silencio llegar a su corta vida. Cuando en el trance de la verdad se edificó su vida como una tan normal. Aunque Lluvia sólo quería casarse, lo tramó tan bien que sólo quedó con la sorpresa de un nuevo mañana. Pero, aunque Lluvia cree que el sueño es imposible de realizar, le da a continuación vida a sus tres principales galanes con los que ella quisiera y sueña en casarse. Y Lluvia mirando y observando todo desde una perspectiva de asombro desde que quiere casarse antes de que le llegue la menarquía. Si Lluvia tiene tres galanes, los cuales, ellos ni se imaginan nada. Uno es Pedro, un chico vecino de la vecindad cuando su afán de elegir a ése chico le cuesta a Lluvia todos sus ahorros, pues, Pedro come mucho es muy gordito y ella se dice internamente que para llevar a cenar a Pedro se comería todo el restaurante. Pedro un niño de apenas de once años, aunque ella es más alta que él, dice que se promulga la vida y la conmisera herida en su propia piel, cuando en su afán de creer en el desierto se vió fríamente adherida a la vida y más a la comida llenando a su panza de crueldades por creer en el afán de dar con Pedro su única salvación en casarse y de ver su sueño hecho realidad. Porque cuando en el alma de Lluvia vé y nota el reflejo de creer en el alma soñando con un ruido devastador y lleno de calor deseando amarrar al destino de Pedro su vida y más que eso a su amor, pero, no, ella no siente amor por Pedro. Pedro un niño gordito, de edad de casi once años, y con una mente de niño aún, se vé devastado por un inmenso rumbo de creer de que nunca encontrará el amor o el amor de una niña tan hermosa como Lluvia. Y, aún así, Lluvia, se torna fríamente inadecuada y mal atraída por el desamor si nadie se quiere casar con ella, desde que se entera su madre de la percepción de vida que tiene Lluvia en su camino no tan incorrecto. Y el alma de Lluvia se debate entre una cosa y la otra, desde que el alma se entristece de espanto nocturno cuando en su afán de vanagloriarse y en querer casarse a escondidas de sus padres para llegar intacta y pura al matrimonio se siente delicadamente fría e inalterada de por un sólo sueño, si en su delirio frío y en su atrayente desafío de niña con esa locura, no le pertenece a su edad. Y se entristece de lluvia y de más espantos nocturnos cuando el alma de Lluvia se siente como la lluvia, si Lluvia se come al mundo con su corta, pero, tan exacta inteligencia. Si Pedro era demasiado gordito para los gustos de ella, pero, sacarla de apuros, pues, no le lleva la contraria a nadie, cuando su percepción era el de ser como el tormento frío y veraniego de un sólo ocaso vivo, cuando sus ideas van como viento en popa. Si en su afán de creer en el embate de dar con el instinto suave y delicado como el mismo instinto veraniego, ella, Lluvia, vá con tantas ideas hacia su propia percepción de creer en el autocontrol que ella tiene en su corta existencia. Si delicadamente se vió fríamente fría, como una mentira y dentro del instinto soslayando en el alma mirando un frío inerte y decaído dentro del reflejo de aquel sol a cuestas de la verdad. Cuando en su afán de niña con esa locura como la idea en su cabeza y todo por haber estudiado a la vida oriental, y sin saber que Lluvia desea tomar parte de esa cultura en tradición en su corta existencia para con ella misma. Cuando en su delirio frío y trascendental se vió calculadamente en el alma fría y devastada, y tan fría como el mismo desenlace frío y de hacer creer en el alma un imperio sosegado de dar con el alma un sólo frío nefasto. Y tan caluroso como hacer creer en el alma muerta de espantos fríos, como en el desenlace de dar con su propia alma y con el alma viva. Si Lluvia en el alma fría de ella, se vió aterrorizada de un solo espanto cuando en su alma se siente como la misma lluvia caer desde el mismo cielo. Cuando en el trance de la verdad de creer en el desenlace de dar con el alma fría demostrando un sólo frío en el alma devastada de espantos nocturnos. Cuando en el altercado y en la reyerta de su afinidad en el trance de la verdad de dar con el alma fue sólo una sola furia. Y una locura de Lluvia cuando su mentalidad quedó divagando en el tiempo y más que eso en el mismo olvido. Cuando en su afán de vanagloriarse se aferró al instante de dar con la única verdad. Cuando en el trance de la verdad se hizo con la verdad de dar con la mala situación de saber que su instinto de saber que su alma era tan fría como la verdad. Si en el trance de la verdad se vió aferrada al trance de la misma verdad de creer en el único desafío de dar con la verdad de querer casarse a una temprana edad. Cuando en su afán de niña se aferró al delirio frío y al instante marcando su insistencia de creer en el alma sin morir cuando en el alma quedó como la misma mala creencia de dar con su propia mala voluntad. Si en su alma creyó Lluvia que se vá del todo y que morirá si no se casa con algún chico de once años. Y Pedro un niño gordito de esos con cara y cachetes gordos sólo se le vá la mente pensando e imaginando lo que en el alma quedó, un plato a “gourmet”, cuando sólo ella se vé cenando en un restaurante y él tan gordo que ni pasa por la puerta. Y con Pedro sólo queriendo comer se le iba la vida cocinando para él. Y Pedro sin trabajar sólo queriendo comer y alterando su vida en sólo platos exquisitos para Pedro cenar. Y Lluvia sólo queriendo amar a su nueva aventura en dar en contra de todo odio y de todo rencor, lo que quedó con el único imperio de soslayar una forma efímera de creer en el alma de Lluvia queriendo amarrar el nuevo instante de dar con el silencio automatizando la espera y tan inesperada. Y en solventar la forma de dar con el único imperio con la única solución a ése problema vil de Lluvia de querer casarse antes de que llegue la menarquía. Y queriendo amarrar la única sensación en ella Lluvia y tan fría se siente como el mismo desafío de creer en el alma devastada de fríos y de mucha ansiedad. Y sucumbir en un sólo delirio y tan frío como el mismo imperio soslayando en la misma habitación en que llora impacientemente por tramar esa osadía en querer casarse con Pedro o con Juan o con Joe. Y sin más ni menos cayó en la alborada rendida y sin más que el imperio soslayando en un sólo deseo y era poder casarse sin que le llegue la menarquía, cuando en su alma quedó como un sólo tormento en querer amarrar el instante en que quiso ser como toda una mujer. Cuando en su alma se siente como el deleite de mirar en su alma a toda una luz como el nácar virginal de la luna. Y Lluvia queriendo casarse de blanco como la vez aquella en que se cuece el alma de una sola voluntad en que se duerme el alma de una buena verdad. Cuando en su alma se siente como el buen sabor de querer amarrar el deseo de converger en el alma a toda una verdad efímera. Si el alma de Lluvia se siente como el buen deseo de mirar hasta el alma por una buena virtud. Cuando hasta en la alborada piensa en asustarse en su propia alma deseando el calor de un chico de su edad por casarse con él. Y, sin embargo, quedó como el alma desierta en querer ser como el buen deseo en converger hasta el alma desierta, cuando en su afán desértico se vió la luna vestida de nácar, cuando en el silencio se vió y tan fría como en la alborada un sólo silencio. Cuando en el porqué y tan desnudo de su sentido se vió atormentada de brisas clandestinas deseando aferrarse al mismo delirio frío y tan nefasto, como el mismo instante en que se aferró al mal deseo de atraer a su vida la triste menarquía. Cuando su manera de creer en el alma se vió aferrándose al delirio y tan nefasto de dar con el cielo y tan efímero y en el alma una sola verdad. Cuando se siente como tan verdad en la única salida de querer casarse en la desventura de dar con el cruel final. Cuando en su afán de creer en el alma a solas desde que el sistema de su bondad se sintió como en el instante de que el silencio se sintió como el delirio suave y con un deleite de saber que su alma vá tan fría como el mismo instante en que se pierde el ánimo de dar rienda suelta a su novela con la trama en una mala situación. Cuando en el trance de lo imperfecto se vió automatizando la espera y tan inesperada de dar con el silencio en una total verdad. Cuando en el alma se sintió como el pasaje de ida y vuelta sintiendo en su camino desolado y con tanto tiempo en que se abrió el silencio en el alma de Lluvia, sí, como la lluvia en que se cuece el alma en que se debate una espera y tan inesperada. Y en solventar la furia en decadencia se sintió el suave desenfreno en caer en el imperio sosegado en querer amarrar su alma al desierto frío. Y en querer amarrar el desenfreno frío en saber que su esencia era tan efímera como imperdonable y llena de tentaciones tan frías como querer casarse sin menarquía. Cuando en su afán de querer llevar el sol en su sentido como el bronceado en la misma piel se edificó la forma de atraer en el momento una ira insolvente de saber que su mundo crece como leona, sí, como ese sol que la observa. Y Lluvia se siente como la misma lluvia o como la misma rosa marchita si cuando desea casarse, tal vez, llega la menarquía.  



Continuará…………………………………………………………………………………………….