Prepárate, que hoy haremos el amor. No. No te desvistas. No será necesario. Cuando uno hace el amor, la ropa no es un impedimento para ello. Te explicaré:
Primero, mirénonos profundamente sin apartar nuestros ojos. Veremos así cómo vamos desnudando nuestra alma. Luego, con un apasionado abrazo, sentiremos cómo nuestros cuerpos se funden con el calor de la noche que creamos los dos. Nuestra respiración será las manos recorriendo nuestro cuerpo, mientras ellas estarán ocupadas escribiendo poesías de amor con caricias.
Sentiremos que los gemidos van aumentando su frecuencia. Ahí estaremos cerca del éxtasis, pero la noche es larga y hay tiempo de sobra para proseguir.
Luego, el roce de nuestros cuerpos irá aumentando su intensidad. Nos llevará a paraísos infinitos sin movernos de nuestra habitación. Sentiremos que entonces el tiempo es nuestro enemigo cuando se trata de entablar una plática sobre el amor. Sin embargo no es invencible. Podemos olvidarnos de él por un instante. Dejémoslo afuera, tras la puerta. Ahí no habrá quien nos impida ser amantes.
Olvidémonos también del mundo. Esta noche el mundo seremos tú y yo
Sosteniendo nuestra mirada, desnudando nuestro cuerpo con la mente, sabremos cómo se hace el amor cuando este nos pervierte.
Hagamos de nuestra voz la melodía para acompañar este íntimo momento. Ella será nuestra guía para demostrarnos a cada instante bellos sentimientos.
Nuestros labios se fundirán en ese éxtasis de placer infinito que visitaremos los dos esta noche. Ellos nos entregarán el combustible de la pasión para que nuestros cuerpos no lo derrochen.
Así, al final de esta velada, en la que sólo celebraremos tú y yo, descubriremos que no es necesario sacarse la ropa para hacer el amor cuando realmente tenemos para ello la magia de nuestra imaginación.