En tu mundo imperfecto
instalado, sin en cambio,
por su hermosura atisbada,
desechar por completo aquel otro,
desearías sin embargo un nacer
a la luz, la explosión de alguna
estrella, el crisol donde se fundieran
aves nocturnas, murmullos, hojas
delicadas de sangre y arena.
Mas el mundo mental aburre,
y pronto acaban agotándose sus temas.
Siendo el real, más agotador y
repetitivo, en su estrecho campo
de visión, renuevas el pacto que
tendrás hasta que vivas,
con ese mundo inverosímil que tanto
trabajo te costó expresar.
En tu renacer, o en tu resucitar,
pon la guinda del pastel, intentando
no olvidar-.
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