El viento rompe y cruje la ciudad abandonada
se olvida que significa ser hombre
y hablo del ser capaz de pensar, crear, de amar
donde cada cosa tiene valor y nombre, ahí dormita en agonía la esperanza,
el olvido devora el pensamiento
la impunidad es más que cielo y suelo la solidaridad es solo mascarada.
Afila sus dientes el tormento y el verbo desesperado clama,
la justicia es ciega y sorda, testigo de la más fría y brutal desesperanza
donde la palabra palidece bajo amenaza de ser ajusticiada,
transita en avenidas el desconcierto, el terror es el pan de cada día
oídos sordos alcanza el descontento, la necedad matando la armonía.
Hay un amanecer contra las puertas, empuje intenso decidido
es inmensa la fuerza que acumula y estallará, saliendo por rendijas
hay un rayo de sol partiendo el cielo, o escapando del centro de la tierra
está el alma cansada del desprecio y adelanta mostrando sus banderas.
El viento rompe, y cruje la ciudad amordazada
germina la semilla de lo eterno, la esencia misma de raza humana,
corazón indómito, sencillo que a fuerza de dolor conquistará los sueños del mañana,
ahí el aliento es color y vida, no es suspiro, retoñaran las ramas mutiladas.