Cuando marcho en pos de mis ideas, contrarias a las tuyas, un día entro en sí y me doy cuenta que me he equivocado.
Cuando elaboro mis argumentos para calmar mi conciencia y sigo según mis inclinaciones, al chocar con la realidad y despertar de mi locura, me arrepiento.
Porque es que al fin y al cabo mi Señor, me doy cuenta que te necesito.
Me doy cuenta que tus ideas son mejores, que es mejor tu voluntad que la mía.
Padre, al acercarme a ti comienzo a sentir un vacío y analizándolo me doy cuenta de tres cosas: que nada tengo, que nada soy, y que nada sé, excepto una cosa:
Solo sé, oh mi Dios, que te necesito.
MisionDl.