Camino entre las ortigas,
sendero amargo, con creces;
sin ver nunca las espigas
ni el dorado de las mieses.
Abundan las alimañas
muy dispuestas a atacar,
removiendo mis entrañas
... cortando mi respirar.
Estampa honda huella la vida
cual avatar del destino;
y causa graves heridas
como estigmas tuvo Cristo.
Pero una estrella titila
en el transcurso del viaje,
que me protege y vigila
aligerando equipaje.
A ella estoy agradecido
por lo que me dio de bueno,
y al sentirme complacido
brindo mis gracias a pleno.
Mas hoy les hablo de penas
y de batallas sufridas,
de esos hechos que condenan
dejando el alma dolida.
Y aunque muy duro el camino,
me permite ir adelante;
pues con ingenio y buen tino
alcanza y queda un sobrante.
Jorge Horacio Richino
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