La última mujer
La última mujer que ha llegado a mi vida,
No es una quinceañera, ni una desconocida;
La vez que la diviso, yo siento que me alegro,
quizá su boca rosa, talvez su pelo negro,
o su risa callada, como un atardecer
que se vuelve más tierno, si dejó de llover;
yo la llevo en mi pecho y si salgo a su encuentro
es porque la estoy amando desde afuera hacia dentro;
ella quizá lo ignora, pero se lo figura;
porque un día en su vida conoció la amargura,
quizá vacile un poco para aceptar mi amor,
con la misma inocencia, con el mismo candor,
que una vez aceptara a su amor fracasado
pero eso –yo le digo- se quedó en el pasado,
y no regresará nunca, si dejó de existir;
vivamos el presente, aún hay un porvenir,