Hoy he venido a contar
una historia, que es añeja,
de una mujer sin pareja,
que la quería encontrar.
En rimas, voy a narrar
pues la asumiré sin queja.
Ni picándome una abeja,
ahora no podré parar.
Ella se puso a soñar
con un hermoso pimpollo,
que por nombre lleva Osorio,
con él se quería casar.
Lo empezaba a acariciar,
ya el cuerpo se estremecía,
pero el sueño se perdía,
y a la muerte vio llegar.
No se iba a conformar.
El amor defendería,
a su sueño volvería.
¡De la muerte iba a escapar!
Por ello se atrincheró.
Mordió a la muerte en la oreja,
¿La victoria? De la añeja,
con Osorio se quedó.
Así termina la historia
Tiene buena moraleja.
No importa que seas vieja,
ve y pelea por la gloria.
Pues la vida y su premisa,
siempre van a demostrar:
Que no basta con soñar,
vivir los sueños, precisa.