Fernando Endara

MIEDO 1

El aparejo velero avanza sin pausa,
dejando una estela de pasión y olvido,
detrás se pierde la infinitud de la esperanza,
bajo la intensidad del encarnado delirio.
 
Dentro del alma un hilo roto clama en un abismo,
el corazón comienza a latir como una maquina partida,
los pliegues de los silencios aún conservan sagradas despedidas,
tal si fuera una bruma de cualquier tarde distraída.
 
Cuando miro los ojos del cielo, se reflejan las cosas ya olvidadas,
estrellas que sucumben en el profundo azul del firmamento,
hasta el mar se calla, entonces el pensamiento despierta olas dormidas.
 
Viene la soledad vaga de vergeles lejanos, carmín de las memorias,
tan sólo el espíritu gime y se asombra ante la realidad de los recuerdos,
como si la noche se derrumbara en la espesura de sus mejores cantos.