Aun me queda el dolor. ¡Soledad!
Ya no hay luz, ya no hay fuego,
pero hay ceniza dura, duradera.
Un pulpo muerto con sus metáforas
abandonadas;
Una aurea voz, hermosa y cristalina
revoloteando en el silencio;
Y una luz azul, desnuda
que viene de tan lejos con su perfume
derramado de tiempo que fue…
Es lo que queda. ¡Soledad!
Entre tú y yo no hay nada.
¡Soledad!