Amordazaría, mis enamorados labios, los pondría presos.
Infractores del ávido amor y del dulzor, de tus besos.
Dictaminaría ingresarlos, raudamente a su refugio,
Pero, al verlos tan tristes y cautivos… yo sufro.
Defiendo sus valientes razones, y me arrepiento.
Por no tener juntos, nuestos corazones tan sedientos.
Nunca quise, aturdir con caricias, tus sensibles sentidos,
Ni acudir a tus encajonados sentimientos, tan consentidos.
Cortejar tu divina sensualidad, fue mi prioridad, con sentido.
Recuerda, el estruendo que provocaban nuestros cuerpos,
Mientras envuelto, en tus tiernos abrazos, renazco para vivir.
Explorando en penumbras, el vergel de tu cuerpo, sentí morir.