Injusta que es la vida...
A ti, que todo te lo di.
A tí te quise siempre,
a tu cintura me cosí,
a ti, que te di mi pensamiento,
más fiel caballero,
a tu oscuridad mi candil.
Siempre respeté tu alma,
como quien promete
ante Dios.
A ti me di, a tu voz,
a tu luz, siempre a ti
entregué mi corazón.
Hoy te veo entre velos
que se nublan,
que se dejan ver
y después desaparecen.
Hoy que ya no te quiero,
también hoy se resquebraja
mi alma en duelo,
también hoy que sabiendo
pudimos querernos,
los versos no me salen,
y ya vez que los guardo dentro
y sin quererte te quiero.
Te querré seguramente eterno,
porque los amores
que como ante Dios
se prometen, esos, desde luego, siempre estarán en algún lugar
del corazón latiendo...