El mago del sombrero azul
se inclina ante mí
para recoger los hilos
que caen de mi frente.
Usa su sombrero
para echarlos dentro.
Triste se retira.
Coloca sus deseos,
angustia y frustración
junto a mis hilos,
dentro del sombrero.
El mago del sombrero azul
no sabe perder.
No ha descubierto
que los conejos hacen magia.
No le interesa el tiempo
que se acaba,
como a otros magos,
a otros conejos.
El mago del sombrero azul
regresa con pasos lentos,
me invita a bailar,
pero ha caído la noche.