Fijarme en tus ojos
es fijarme en un mar
de piedra. Quietos, estáticos,
como si nada en ellos ocurriera,
como si nada se obtuviera
al mirarlos. Mas si fijamente
quedan hoy mis ojos suspendidos
en los tuyos, es para echarme a llorar;
y mirar tu mirada, congelada
para el tiempo, de progenitor
sin descendencia. Idénticos
versos, de procedencia
dudosa, imagino que tú padecieras;
y similares colinas, y cerros, nebulosas.
Mas no por eso, debió ser tu vida
semejante a la mía; encerrados sí,
ambos, en nuestra mudez para el exterior
inexorable. Yo más suelto, quizás,
pero menos digno, por alguna de aquellas
circunstancias anómalas, parecidos
en desvelos. Fijarse hoy en tus ojos,
es mirar de lejos, la mirada de España.
La mirada de un muerto-.
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