Persigues una estrella, que fugaz se marchó,
quizás a otra galaxia y su luz te cegó.
La buscas en el cielo sin poder encontrarla,
no ves brillar a otras,
solo quieres aquella, ¡a tu estrella fugaz!
Y mientras ella brilla allá, por otros cielos,
tú mueres en las noches, lleno de soledad,
y escribes tus plegarias que parecen poemas,
cargados de tristeza,
de nostalgias, de ansiedad.
Y preguntas al cielo: ¿adónde habrá ido ella?¿por dónde andará?
¿Por qué me dejó solo, sin luz que me ilumine?
¿Un día regresará?
Y en ese tu delirio se te pasan los días,
se te pasan los meses,
tu tiempo pasará,
y no te darás cuenta que una estrella titila cada vez que tu miras, allí siempre ella está,
y a veces te ilumina sin que tú te des cuenta,
te acaricia en las noches cuando tan solo estás.
Y tú sigues la espera de tu estrella perdida, de la que marchó un día sin mirar hacia atrás
Ella se debilita, perdiendo intensidad,
porque te ama en silencio, y jamás lo dirá.