Capullo que un día fuiste,
hoy dejas ver tus pétalos
y conoces la primavera,
el rocío y las abejas.
Oruga, que no conocías
más allá de tu crisálida,
hoy vuelas libremente
para descubrir la inmensidad.
Potrillo que ayer dormías
plácidamente sobre el heno,
hoy galopas sin parar,
sin que nadie pueda domarte.
Polluelo que ayer salías
del blanquecino cascarón,
hoy vuelas valientemente
sin temer al horizonte.
Ya se acabaron la inocencia
y las ganas de jugar.
Ya conoces la cruda esfera
que tuvo que verte nacer.