Mátame si puedes,
pero hazlo con tus ojos.
Que tu mirada lleve tal desprecio que ya
no pueda ni siquiera recoger los despojos
de mi espíritu roto que de mi cuerpo huirá.
Mátame si quieres,
pero que sea tu risa
la que rompa mi llanto al verte sonreír
a otro rostro, a otros labios que no serán los míos.
En tales desvaríos, preferible es morir.
Mátame si prefieres,
pero con tus palabras
que para otros oídos van a ser desde hoy.
Mejor será la muerte que soportar tu ausencia
porque sin tu presencia, sé que muerta ya estoy.
Tú serás mi asesino
sin saberlo siquiera;
excavarás mi tumba con el último adiós.
Y no podrán culparte, no tendrás tu condena
ni en tu vida en la tierra, ni en el juicio de Dios.