Me duele el culo de esperar sentado,
de esperar esa lluvia que no llega,
esos cántaros de aguas redentoras
que debían barrer tanta miseria.
Me duele el alma de esperar llorando
que el viento de respuesta a mis plegarias,
solo escucho ulular sus huracanes
arrasando chabolas y favelas.
Me duele el corazón de ver los mares
convertidos en fétidas cloacas
arrasando con furia vengativa
las palmeras y arenas de las playas
.
Me abrasa la fiebre de la madre tierra,
me enloquece su llanto de agua y fuego,
el pavor de sus ciegos estertores,
el dolor de sus hijos indefensos.
Mientras, los dioses contemplan la hecatombe
desde su Olimpo de Wall Street, jugando
al monopoly de vidas y de muertes
que anuncian flores, pero venden cardos.